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En esta nueva entrega, su estancia en la Lazio y la selección del ’66. El bicampeonato con San Lorenzo en el ’72 y un nuevo paso por Europa para dirigir al Atlético de Madrid.

Tras la experiencia mundialista, regresó a Europa para dirigir al Lazio entre 1962 y 1964, cuando ganó una Copa Italia, y en la temporada siguiente (1964/65) a la Roma, y allí volvió a ser contactado por la AFA para dirigir a la selección argentina en el Mundial de Inglaterra 1966.

Sin embargo, esta vez, y pese a las extravagancias del DT (como hacer correr a los jugadores detrás de las gallinas en la concentración del equipo en el colegio Ward, o hacerles tomar clases de pericón), Lorenzo no tenía el peso de las decisiones más trascendentes, en manos del “hombre fuerte” del fútbol nacional, el interventor Valentín Suárez. Éste había pensado en él cuando el cargo de entrenador quedó vacante ante la renuncia de la dupla conformada por Osvaldo Zubeldía y Antonio Faldutti.

“Lo más difícil es dirigir a la Selección. Se está bajo la lupa de 33 millones de personas. La celeste y blanca abarca todo. El DT tiene que tener un carácter especial para estar bien con todos, llevarse muy bien con el presidente de la AFA, con los jugadores, con el periodismo, y saber escuchar”, reconoció Lorenzo muchos años más tarde.

Tras el Mundial, en 1967, Lorenzo tuvo un breve paso por River, que ya llevaba una década sin campeonatos. y donde se reencontró con el arquero Hugo Gatti y con el volante Jorge Solari, ambos convocados para el Mundial de Inglaterra, pero los resultados no fueron buenos. “Ellos venían de una dura eliminación en la Copa Libertadores y se sintió”, explicó años más tarde. Emigró entonces al Lazio, donde permaneció desde 1968 a 1971 y tuvo en su plantel al delantero Giorgio Chinaglia.

Una vez que finalizó esta segunda etapa en el Lazio, decidió regresar nuevamente para volver a dirigir a San Lorenzo, que guardaba gratos recuerdos de su etapa anterior, en 1961. El éxito no pudo ser mayor. Terminó ganando el bicampeonato de 1972, Metropolitano y Nacional (éste, de forma invicta).

San Lorenzo ganó el Metropolitano de manera apabullante, consagrándose campeón cuatro fechas antes del final, imponiéndose 3-0 a Boca en la Bombonera y 4-0 a River en el Monumental. La noche en que podía consagrarse ante Atlanta en el Viejo Gasómetro (empataron pero festejó luego gracias a que Racing, su perseguidor, no ganó su partido), en la tribuna de la Avenida La Plata se instaló una jeringa gigante, como ironía para las versiones que existían en esa época sobre el posible uso de doping en el equipo.

Además de delanteros de gran presencia como Héctor Scotta, Rodolfo Fischer (transferido en el medio del torneo, cuando ya llevaba 11 goles) y Rubén Ayala, Lorenzo tuvo en su plantel nada menos que a Sanfilippo, que con 36 años decidió regresar al fútbol profesional. Marcó seis goles en ocho partidos.

Ya con la misma base, consiguió el título también en el Nacional, al vencer a River en una final a partido único en el estadio de Vélez con gol de Luciano Figueroa cuando quedaban cinco minutos para finalizar el tiempo suplementario, luego de empatar en los noventa minutos.

San Lorenzo no sólo se clasificó para disputar la Copa Libertadores de 1973 sino que allí ganó su grupo (en el que también participaba River) y llegó con ventaja a los dos partidos claves del grupo semifinal ante Independiente, campeón de América 1972, aunque allí los Rojos empataron como visitantes y se impusieron de local, avanzando a la final.

Lorenzo consideró cumplido el ciclo y se marchó entonces como entrenador del Atlético Madrid en 1973, llevándose a dos de los mejores jugadores de su equipo, al Ratón Rubén Ayala y al defensor Ramón Cacho Heredia.

Los Colchoneros habían ganado la Liga Española 1972/73, lo que les daba el derecho de jugar la Copa de Campeones de Europa (hoy Champions League) y no sólo consiguieron llegar a la final ante el Bayern Munich en el estadio Heysel, de Bélgica, sino que estuvieron a un minuto de ganarla.

“Íbamos ganando 1-0 con gol de tiro libre de Luis Aragonés. Faltando un minuto, de un lateral, Beckenbauer le dio un pase a un tal Schwarzenbeck, un zaguero que era muy torpe. Tanto es así que no supo qué hacer y se sacó la pelota de encima pateando al arco. Un tirito. ¿Saben lo que estaba haciendo Reina, el arquero? Dándole los guantes de recuerdo al fotógrafo de Marca. Por supuesto, fue gol. Nos agarró una desesperación terrible. El presidente del club, Vicente Calderón, casi se nos muere en el camarín. Salimos 1-1 y había que jugar un desempate a las 48 horas. A Reina no lo encontrábamos por ningún lado. Estaba refugiado en el vestuario del árbitro. Después apareció y me pidió la revancha. Se la di, pero no nos acompañó la suerte. El Bayern nos bailó y nos ganó 4-0”, recordó con resignación.

Fuente: www.infobae.com

Foto: www.mundoazulgrana.com.ar

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