Salomé Di Iorio creció dirigiendo partidos del Ascenso y aspira a más. La fórmula para compartir las exigencias del referato y la maternidad. Anécdotas en las canchas.
Para muchos puede ser una rareza y hasta seguir sorprendiéndose cuando la ven entrar al campo de juego, pero lo cierto es que Salomé Di Iorio tiene un lugar ganado en el fútbol hace mucho tiempo. De todas formas, el sólo hecho de ser mujer hace que día a día tenga que seguir enfrentando situaciones insólitas. Y también es mamá de Tommy, de dos años: «Si no me ayudasen mi esposo, las tías, abuelas, la señora que me ayuda en casa, sería muy complicado…. obvio que igual soy la madre y hay situaciones en las que debo o quiero estar».
Tras el nacimiento de Tommy, Salomé pudo haberse retirado de los campos de juego, pero apuesta a seguir creciendo, aunque referato y maternidad a veces choquen por cuestiones de horario.
La referee, de 38 años, tiene una característica desde adolescente que la llevó a definir su profesión, casi sin imaginarlo: «Hice el curso de arbitraje por rebeldía. En las discusiones de jugadas polémicas con los varones me decían ‘vos no opines porque sos mujer’. Me descalificaban, así que quise poder hablar con fundamento. Pero jamás pensé que me iba a dedicar a esto». Lo particular es que lo hizo mientras estaba en la secundaria, así podría estar libre para enfocarse en trabajar y estudiar Derecho.
Di Iorio se recibió de abogada y explica que también fue por rebeldía: «Mis dos profesiones se relacionan en un mismo punto: quiero tener los fundamentos para reclamar una situación injusta. Soy muy detallista y reglamentarista».
Si bien ya es un hecho consumado ver árbitras o asistentes en un partido de fútbol, son muchos a los que todavía les sigue llamando la atención y no las consideren aptas para cumplir con su función.
¿Te sentís subestimada por ser mujer?
-Tal vez por el hincha o dirigente del ascenso que no está acostumbrado a verme. De a poco la sociedad en general se va adaptando a ver a la mujer en roles que antes era inimaginable. Hoy ya somos 22 árbitras. Cuando yo empecé éramos tres. Me da mucha alegría que cada vez seamos más las que estamos en esta profesión. El tema es que vean que tenemos la capacidad y no que menosprecien porque entramos con pollerita.
Es profesional desde 1998, y allí comenzó su carrera en countrys y ligas regionales, hasta llegar a firmar contrato con la Asociación del Fútbol Argentino (AFA) a los 21 años. Pero el proceso no fue nada fácil. En el medio, su familia se fue a España y ella se quedó en Argentina. «Recién estaba entrando a la AFA, llevaba seis años de novia (con su actual marido) y me servía como fuente laboral. Tal vez me vino bien que se fueran, así no se enteraban de algunas cosas. De hecho, a mi papá le mentí casi un año con el lugar donde estudiaba, mi mamá me acompañaba a la parada del colectivo y las primeras veces iba conmigo y me esperaba para volver juntas. Viví situaciones que creo que si las pasara hoy no hubiera continuado. Tal vez ser tan jovencita no me hizo ser consciente del peligro que corrimos algunas veces».
Automáticamente nos trasladamos al campo de juego, porque en Argentina son muchas las veces que hubo conflicto, y sigue habiendo. ¿Si la pasó mal alguna vez? Lamentablemente, tiene historias de sobra: «Me tocó ser asistente muchos años en el ascenso, tanto en la D como en la C, hasta llegar a la B Metropolitana. El día que debuté en la B estaba re nerviosa, y en la mitad del partido escuché un griterío. Me di vuelta y era una lluvia de piedras a mis espaldas, donde estaban los familiares de los visitantes. Corridas, gente en el alambrado. Entré a la cancha para avisarle al árbitro. Se terminó suspendiendo».
Pero la peor situación la sufrió en un partido de inferiores: «Antes la Octava era sólo con árbitro, no había terna. Fui a dirigir y se dio una situación dudosa donde yo habilité, no tenía un juez de línea para apoyarme y terminó en gol. Cuando estoy girando para marcar la mitad de la cancha y convalidar me pegan una patada de atrás. Un jugador me pegó, pero nunca lo pude identificar. Cuando terminó el partido salí de la cancha, blanca, me tomé un colectivo, llegué a mi casa y todavía estaba pálida. Mi marido me preguntó qué me pasaba, le dije que me habían pegado, pero que no suspendí el partido y no lo podía creer. Hoy lo suspendés, obvio».
Salomé se convirtió en internacional y logró «lo máximo a lo que puede aspirar un deportista o árbitro», según sus palabras: participar de un Juego Olímpico. «Estuve en Londres 2012 y es lo más alto de mi carrera. Tuve la suerte de estar en Mundiales, Copa Libertadores y Sudamericanos, pero un JJOO es el sueño de cualquiera». Pero hay una situación que es inevitable consultar: ¿Las árbitras tienen una remuneración menor que los árbitros? «Sí, a nivel internacional. No sabemos por qué. Para nosotras ya es normal. El básico de una mujer es muy inferior al de un hombre. En los torneos internacionales los honorarios también. Simplemente pasa y punto».
Es una ferviente luchadora por la igualdad del hombre y la mujer, pero en algunos casos sigue habiendo diferencias. En lo económico, por ejemplo, pero también en las designaciones. Las árbitras son internacionales para fútbol femenino y masculino, pero FIFA y CONMEBOL suelen convocar a las mujeres para femenino y a los hombres para masculino: «Si demostrás estar a la altura, creo que las mujeres deberíamos tener posibilidades. Es parte de la igualdad que venimos pidiendo y casi rogando. Los entrenamientos y las evaluaciones a las que somos sometidas son iguales para ambos géneros. Recién el año pasado, por primera vez, fueron cinco árbitras al Mundial masculino Sub 17. Ojalá ese sea el camino».
La abogada contó acontecimientos en los que hubo agresiones, pero, ¿curiosidades? Casi en un tono de risa, lo cuenta: «En la cancha de Claypole me pasó lo más raro. Me tocó como asistente 2 y me estaban volviendo loca, me tiraron una alpargata, café, de todo. Era córner y un jugador vino a patear. Me dijo que lo iba a hacer olímpico y me lo dedicaba. Yo lo miré y me reí. Pateó y lo hizo olímpico. Usualmente, el asistente corre unos 20 o 25 metros para convalidar el gol. Creo que ese día jamás hice un pique tan rápido para llegar a la mitad de campo y no cruzar ni la mirada. Igual, estoy segura que ese día los hinchas se ensañaron conmigo, porque hablé con un montón de colegas y a ninguno le pasó algo así. De hecho, el que me tiró la alpargata me la pidió devuelta, el policía que había puesto atrás mío amagó a devolvérsela y le dije ‘ni se te ocurra, la tráes al vestuario’. Terminó siendo cómico».
También pasó por otra situación curiosa, que afortunadamente no llegó a mayores, pero de la cual es consciente de que en el desenlace recibió mayor atención por ser mujer: «En 2014 volví a dirigir la D, un partido en la cancha de Atlas. Un jugador calculó mal en un cambio de frente y el pelotazo me dio de lleno en la sien. Perdí el conocimiento, pero no quise suspender el partido. Seguimos y el doctor se dio cuenta de que estaba mal porque me empezó a salir sangre por la boca y encima yo no iba conforme al juego, si no que estaba corriendo por inercia. Ahí se dieron cuenta y pararon el partido. Todo esto me lo contaron mis asistentes, yo no me acuerdo de nada. Cuando me sentaron en el piso no sabía dónde estaba. Llegué a estar un día internada en observación. Al mes, los jugadores me regalaron una camiseta firmada, llamaban para saber cómo estaba. Eso también fue por ser mujer, porque si le pasaba a un hombre no hubieran tenido tanta atención».
Di Iorio destaca la llegada de la tecnología al fútbol porque ayuda a quitar las dudas, ya sea para rectificar o confirmar un fallo. De todas maneras, hasta el momento, se naturalice o no, los cursos de VAR fueron sólo para hombres.
Todos los fines de semana se generan debates por jugadas polémicas en algún partido. Ante una misma situación, unos piden una cosa y otros reclaman otra. ¿Por qué pasa esto? ¿No es claro el reglamento? «En las charlas que doy con la fundación El Futbolista (sobre actualización de reglamento para fútbol femenino, Inferiores, Reserva y Primera) pido que levanten la mano los que alguna vez lo hayan leído. Te aseguro que si la levantan uno o dos es mucho, y en general es porque están haciendo el curso de directores técnicos. Es casi nula la cantidad de gente que lo lee. Ahí digo que por el simple hecho de ser mujer pueden descalificar a alguien creyendo que no sabe de reglas, por el género, y en realidad la gran mayoría de hombres que opina no leyó el reglamento en su vida. Pero se creen que por jugar al fútbol y tener una leve noción tienen la capacidad de opinar y que nadie los descalifique».
Lleva 20 años de carrera y llegó a lo máximo como árbitra a nivel internacional. ¿Qué sueño te queda por cumplir? «Ascender a nivel nacional. Quiero alcanzar un nivel mayor. Si volví como árbitra después de haber tenido el bebé, es porque tengo esa deuda pendiente». ¿Podrá?
Fuente y foto : www.infobae.com (Matías Szpigiel – Nicolás Stulberg)