El 22 de junio de 1986 hubo otro encuentro entre argentinos e ingleses pero que se produjo fuera del estadio Azteca. Barras bravas argentinos y Hooligans protagonizaron una batalla campal cuya logística, recopilamos y contamos en esta nota.
El partido marcaría la batalla más recordada con los hooligans. Para la ocasión los argentinos habían sumado también un grupo de exiliados y cincuenta escoceses fundamentalmente del Celtic de Glasgow, prestos a dar una mano. El encuentro estaba pactado para el 22 de junio en el estadio Azteca. Los ingleses estaban en la ciudad desde varios días antes, puesto que habían jugado en el DF frente a Paraguay por los Octavos de final. Y los argentinos empezaron a cranear la emboscada.
La inteligencia la hicieron el grupo de escoceses para saber por dónde se movían sus pares del Reino Unido. Y cuál era el grupo que llevaba las banderas al estadio. Los exiliados, que conocían la capital como la palma de su mano, aportaron los detalles de cuál era el lugar exacto para poder arrinconarlos y, tras la sorpresa inicial, sacarles las banderas, los trapos, que era el objetivo principal de la revuelta. Hubo una reunión de todos los barras y se convino que el ataque sería en el paseo de la Reforma, la vía principal de la ciudad, entre las avenidas Río Tiber y Florencia, justo donde hay una plaza que tiene el monumento a la Independencia, popularmente conocido como el Ángel.
Un grupo atacaría por la avenida cercándolos hacia la glorieta, y otro vendría de atrás y en esa encerrona, estaba la llave de la victoria. A la hora señalada, los argentinos se distribuyeron tal como se había planeado. Los hooligans del West Ham, Chelsea, Newcastle y Manchester United caminaban por Reforma despreocupados, con sus banderas, ya bastante alcoholizados y desprevenidos. Apenas los vieron, los barras de Estudiantes, Central y Talleres empezaron a arriarlos hacia la plazoleta. Una vez allí, desde atrás, salió el resto del grupo, liderado por La Doce. La pelea duró largos 20 minutos hasta que superados en número y rabia, los hooligans se dispersaron dejando atrás, en la huida, varias banderas de sus clubes y de la Selección, que después, por TV para todo el mundo, la barra argentina liderada por El Abuelo las mostraría como señal de victoria.
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