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El 28 de abril de 1993, el avión que llevaba a la mejor generación de jugadores de la historia de Zambia y del continente, se precipitó en el océano Atlántico, frente a la costa de Gabón, matando a los 30 pasajeros, entre ellos los 18 internacionales, además de entrenadores y del presidente de la Federación del país. 

Muchas veces una tragedia marca el destino de un equipo, una selección o de un jugador.

Normalmente se recuerda a los que se creía predestinados a alcanzar la gloria y de golpe y porrazo una situación trágica provoca que el sueño se desvanezca.

Las catástrofes aéreas en el mundo del fútbol merecen un capítulo aparte, ya que, por lo general suelen hacer desaparecer una generación entera de jugadores, por lo que a la conmoción que provocan en la entidad, hay que sumarle un vacío deportivo difícil de llenar.

Tenemos infinidad de ejemplos, el reciente caso del Chapecoense en 2016, el del Manchester United en 1958 o la catástrofe sufrida por el Torino FC en 1949 y por la selección de Zambia en 1993.

El sueño era real. Zambia podía sentir en la piel la sensación de ir a su primer Mundial. Un sueño que había empezado en los Juegos Olímpicos de Seúl, en 1988, cuando un equipo de  desconocidos parecía ser sólo un invitado más al torneo de fútbol, incapaz de competir ante los grandes favoritos. Pero ante la Italia de Tassotti y Ferrara, Zambia se presentó al mundo con una goleada (4-0) y un hat-trick de Kalusha Bwalya, que de Corea fue directamente a Holanda, firmar con el PSV. El centrocampista, de 25 años, superó a Roger Milla, Rabah Madjer y George Weah y fue elegido el mejor futbolista africano el año.

Un logro que abrió el camino para la mejor generación de futbolistas que el país había producido en su historia. Que se quedó a un partido de clasificarse al Mundial de Italia 1990 pero que había madurado y vivía su mejor momento en la clasificación para EE UU 1994. Seis de los jugadores que estaban en Seúl hacían parte del equipo que en 1993 pasó por Madagascar, Namibia, Tanzania y Burkina Faso en la fase de grupos. Cinco de ellos entraron en aquel avión con destino a Dakar, para enfrentarse a Senegal, en la fase final de la clasificación para el Mundial de 1994.

En poco más de un lustro las «Balas de Cobre» habían pasado de la más absoluta intrascendencia futbolística a convertirse en uno de los combinados más potentes del continente.

En la primavera de 1993 Zambia se encontraba inmersa en la fases de clasificación para el Mundial de USA ’94, encuadrada en un grupo junto a Marruecos y Senegal en el que el campeón obtendría la plaza mundialista.

Zambia partía como favorita, incluso algunos veían en esta selección la revelación del siguiente Mundial.

Tras disputar un partido de clasificación para la Copa Africana de Naciones frente a Mauricio, en el que vencieron 0-3, la expedición partió rumbo a Dakar (Senegal) con una parada técnica en Libreville (Gabón).

Para aquel partido en Mauricio la selección de Zambia tuvo varias ausencias importantes, Charles Musonda (padre del reciente jugador del Chelsea FC, Charly Musonda) del RSC Anderlecht se encontraba lesionado y no fue convocado.

Johnson Bwalya, hermano de Kalusha y jugador del FC Bulle suizo no fue convocado por decisión técnica y por último el jugador del PSV, Kalusha Bwalya, que fue convocado para el partido ante Senegal.

Zambia era muy superior a Isla Mauricio  y el seleccionador Godfrey Chitalu no convocó a «Kalu» para el primer partido, permitiéndole acudir al partido de homenaje a Mario Kempes y volar directo a Dakar para unirse a la expedición.

El 28 de abril el avión militar del ejército de Zambia, que acababa de repostar en Libreville, se precipitaba al océano Atlántico sin que ninguno de los 30 pasajeros lograra sobrevivir.

Entre los fallecidos se encontraban los 18 jugadores de la selección de Zambia, su cuerpo técnico con el ex jugador Godfrey Chitalu al frente y  el presidente de la Federación de Fútbol de Zambia.

De un plumazo Zambia había perdido a todo su equipo en el mejor momento de su historia deportiva. Solo los jugadores que no fueron convocados sobrevivieron a la tragedia.

Kalusha Bwalya ya no era solo el capitán y el mejor jugador de aquella selección, ahora tendría que ser el líder de espiritual de un país destrozado que lloró la muerte de la mejor generación de jugadores de su historia.

https://youtu.be/GWbWjWtFg-U

Fuentes: www.as.com – www.odioeternoalfutbolmoderno.es

Fotos: www.goal.com – www.alacontra.es

Video: Youtube

 

 

 

 

 

 

 

 

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