0 4 mins 3 años

El 20 de noviembre de 1983 se produjo un hecho insólito en el partido que jugaron bajo una lluvia torrencial Huracán y Temperley  con victoria del «Globo» por 2 a 1. El árbitro Juan Bava  se resbaló en el área y empujó accidentalmente la pelota dentro del arco celeste. El gol fue convalidado, ante el asombro del público presente (se lo dieron a Néstor Candedo). Por entonces, el partido no se detenía por un rebote del balón en el juez (el árbitro era como un poste). Luego, el reglamento sería modificado.

Aunque le duela a los amantes del juego vistoso, hace años en el fútbol se instaló la frase «hay que ganar como sea». Los dirigentes, cuerpo técnicos, jugadores e hinchas anhelan una victoria, sin importar que las formas sean poco atractivas. Pero el 20 de noviembre de 1983, a Huracán -involuntariamente- se le fue la mano: en condición de visitante venció 2-1 a Temperley y el encuentro quedó en la historia debido a que un gol fue marcado por Juan Antonio Bava, el árbitro del encuentro.

El encargado de impartir justicia (aseguran) eligió la profesión para estar cerca de los jugadores. Era amante del deporte más popular del mundo y también era dueño de una personalidad muy autoritaria.

En esa jornada, muchos coincidían en que debía aplazarse el desafío, pero el colegiado no frenó la pelota a pesar del diluvio que dejó el campo encharcado y embarrado, a tal punto que la pelota apenas rodaba.

El desarrollo tuvo absolutamente de todo. En el Gasolero reinaba la bronca porque aseguran que Bava les anuló dos goles lícitos. Y cuando el árbitro no cobró un penal para el dueño de casa, la hinchada local empezó a tirar piedras, con el agravante que una de ellas impactó de lleno en la pierna del árbitro, que detuvo el encuentro por unos minutos hasta que la policía pudo normalizar la situación.

Pero a la historia le quedaban varios capítulos. El Globo se puso en ventaja a través de Néstor Candedo a los 30 del segundo tiempo, y solo cuatro minutos después ocurrió algo insólito: un balón al área, el árbitro se enfanga, cae, golpea el cuero y éste se filtra caprichoso entre las piernas de los defensores de Temperley hasta traspasar el arco. Atónitos, los presentes esperan al veredicto del juez. Gol. 0-2. Lo querían matar.

Dicen que poco después señaló un penal para el Gasolero que sólo se explica desde el gol anterior. El caso es que con 1-2 acabó el partido y Bava regateó a la historia atribuyendo el gol al que tiró el centro, Candedo.

Fuente: www.depo.com.ar  – www.efemeridesfutboleras.com.ar

Foto: www.ole.com.ar

 

 

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *