El 8 de enero de 2006, moría luego de un accidente de moto uno de los jugadores más fascinantes del fútbol local: José Luis “Garrafa” Sánchez a los 31 años de edad.
Garrafa era uno de esos jugadores de barrio, de potrero. Un loco lindo que salió de la norma, que desafió a la autoridad a puro talento, magia, pero que no pudo gambetear a la muerte en un accidente de moto evitable, mientras realizaba acrobacias.
Los vecinos de La Tablada, localidad del partido de La Matanza en que nació un 26 de mayo de 1974, sus familiares, amigos e hinchas de Laferrere, El Porvenir y Banfield, aún no pueden olvidar las gambetas, la personalidad y el enorme talento que partía de su botín izquierdo.
Heredó el apodo del oficio de su padre, que se ganaba la vida repartiendo garrafas de gas comprimido. Según él mismo declaró en distintas notas, de no mediar su carrera en el fútbol habría tenido que realizar el mismo trabajo que su progenitor para subsistir.
Dueño de un gran dominio de la pelota y una pegada exquisita (poseía características propias de quienes se distinguen por llevar el 10 en sus espaldas), pero también de un fuerte carácter, acostumbraba a mostrar lo mejor de él en los partidos más difíciles.
Carlos Bilardo lo quería por sus cualidades futbolísticas en Boca, pero su pasión por las motos hizo que perdiera la posibilidad de integrar el plantel boquense en 1996. También se dice que tuvo alguna chance en River, pero las gestiones no prosperaron.
Garrafa llevaba el potrero encima. Cuando tenía 10 años, ya enfrentaba a chicos de 17 ó 18 años y se plantaba con personalidad y talento frente a ellos. También asistía a campeonatos que se jugaban por plata en La Matanza.
Alejandro Dolina lo definió en varias oportunidades como «El jugador que elegimos para querer». Siempre fue hincha de Deportivo Laferrere.
Precisamente en Lafe debutó en 1993 y jugó en un primer período hasta 1997. Ricardo Calabria lo llevó a El Porvenir en 1997 y estuvo en el club de Gerli hasta 1999, logrando el ascenso a la B Nacional. Tuvo un breve paso por Bella Vista de Uruguay en 2000, consiguiendo la clasificación a la Copa Libertadores de América, pero tuvo que volver a Argentina debido a una enfermedad de su padre.
Tras siete meses alejado de las canchas, llegó la oportunidad de Banfield (2000-2005), donde logró jugar el torneo continental (2004/05), perdiendo en cuartos de final con River. En el Taladro también se destacó en las finales del Ascenso a Primera División en 2001. Ya en 2006, volvió a Laferrere. En total jugó 261 partidos y convirtió 70 goles.
En 2010 se estrenó «El Garrafa, una película de fulbo», dirigida por Sergio Mercurio, que reseña su vida. También lo homenajeó la revista Un Caño, incluyéndolo en el libro «22 locos, los futbolistas más fascinantes de la historia». Por todo eso y mucho más de lo que le entrego Garrafa Sánchez al fútbol argentino, es recomendable hoy hacer un ejercicio de nuestra memoria.
Fuente: www.clarin.com
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