El 17 de junio de 1972, Carlos Monzón retuvo las coronas AMB y CMB de la categoría mediano al derrotar al francés Jean Claude Bouttier en el estadio parisino de Colombes. Fue la quinta defensa del boxeador argentino que venció por nocáut técnico en el 13° asalto tras darle una verdadera paliza a su oponente.
Cuando sonó la campana en el duodécimo asalto, Bouttier llegó a su rincón con las piernas totalmente duras y sin sensibilidad, se sentó en el banco y echó la cabeza hacia atrás, lo bañaron con agua helada y una toalla no dejaba observar cómo aspiraba las sales de amoníaco, en esos momentos habló con Bretonell y Maguirre, quienes lo consultaron si podía continuar peleando, moviendo su rostro en forma negativa y el segundo principal le dijo al árbitro alemán Durst que no continuaba la pelea.
Monzón se dirigió al centro del ring y la comitiva argentina estalló con gritos de alegría, especialmente el maestro Amílcar Oreste Brusa, el promotor Juan Carlos Lectoure, el profesor Patricio Russo, el Dr. Roberto Paladino, Daniel González, Humberto Salguero y otros.
En ese desigual combate, el desequilibrio apareció en el noveno asalto; además en el capítulo siguiente Bouttier miró casi con compasión a su rincón pidiendo protección a Maguirre y Bretonel, como solicitando ayuda urgente ante la andanada de golpes del campeón.
Los siete periodistas argentinos enviados especiales a cubrir dicho acontecimiento, además de los hombres de la prensa francesa y europea, llevaban claras ventajas para “Escopeta” Monzón, lo mismo para el jurado italiano Brambilla y el árbitro alemán Drous. Sin embargo, la sorpresa la brindaba el británico Ronald Dakin, quien en su tarjeta tenía en forma insólita, tres puntos de ventaja para el francés, quien había anunciado su abandono a seguir combatiendo debido a la paliza que estaba recibiendo en el ring del histórico estadio de Colombes.
París fue escenario de una contundente actuación de Carlos Monzón. Antes de descender del cuadrilátero y a pesar del dolor que tenían los aficionados franceses, éstos se rindieron ante el mejor pugilista de esa categoría.
Mientras se escuchaban los aplausos respetuosos del soberano, como fondo de las palabras del locutor, se podían apreciar los sones de un tango y la voz inconfundible de Carlos Gardel, “El Zorzal Criollo”, que sigue uniendo a galos y argentinos.
Tito Lectoure le deslizo con emoción al Dr. Paladino: “El tango y el boxeo siguen uniendo a los pueblos, El Morocho del Abasto cada vez canta mejor y Monzón destruye a sus oponentes…”, concluyó.
París se paralizó por el combate
Las calles, parques y plazas presentaban una desolación absoluta, la gente frente a la pantalla chica en sus casas, en los bares, en los clubes, en las empresas y fábricas, en las vecinales, siguiendo todos los detalles del encuentro que deparó acciones emotivas, con suspenso, y estallaron cuando el técnico del galo, Michael Maguirre y el manager, Jean Bretonell, arrojaron al tapiz la toalla al iniciarse el décimo tercer capítulo, determinando la renuncia de su pupilo en el ring y a seguir recibiendo una inútil paliza y determinar una concluyente conquista del boxeador natural de San Javier.
En horas de la tarde era imposible conseguir alguna mesa en los bares vecinos al estadio Colombes donde se realizó la pelea por el título mundial de la categoría mediano; en las calles adyacentes se vendía de todo con el nombre del retador francés: gorritos, relojes, largavistas, posters. Todo llevaba la marca “Bouttier”. Lo que se desconoció después de la pelea es dónde fueron a parar todas las remeras con la inscripción: “Bouttier, campeón del mundo”.
Notables figuras presenciaron el festival boxístico, pero todas ellas arribaron cuando estaba por comenzar la pelea estelar para que el público los reconozca y los aplauda. Cuando finalizó el espectáculo se retiraron raudamente.
Se pudo observar a los actores Yul Brynner; el actor italiano de cine francés, Lino (Angiolino) Ventura; Alain Delon junto a su esposa Mireille Darc, de incógnito, por los grandes problemas que lo afectaban y le impedían enfrentar al soberano, y Jean Paul Belmondo que llegó en un avión especial desde Saint Tropez.
Del deporte de las narices chatas aparecieron las figuras del legendario George Carp; el playboy en decadencia económica Nino Benvenutti (periodista); el recordado Marcel Pigou, aquel que le ganó a Eduardo ‘KO‘ Lausse, Georges Carpentier (fue campeón mundial semipesado), Bruno Arcari y Oscar Natalio Bonavena.
La bolsa cobrada por Monzón ascendió a la suma de 110 mil dólares libre de todo gravamen, mientras que el retador sólo recibió u$s 12.000. Como se puede apreciar, éstos fueron los dólares más fáciles obtenidos por el monarca, de acuerdo con la poca monta de su oponente o, al menos, al poco trabajo que lo sometió. La prensa internacional, a su turno, hacía referencia que había campeón para rato.
Fuente: www.ellitoral.com
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