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Un verdadero «héroe» para una generación de italianos marcada a fuego por la hazaña, la revancha y la felicidad que significó la Copa del Mundial de 1982 en España.

La noticia se conoció a la una de la mañana. Demasiado tarde para que entrara en las ediciones impresas de los diarios. Pero corrió como reguera de pólvora entre los noctámbulos de las redes sociales, que después del luto por Diego Maradona, hace dos semanas, de repente y en medio de un año marcado por la pandemia, la cuarentena, las restricciones, la soledad, vomitaban su shock por la muerte de Paolo Rossi, Pablito. También él, joven, 64 años y una leyenda.

«En este 2020 de mierda, también se fue #PaoloRossi, tenía 64 años. Héroe de la selección campeona del mundo en 1982», graficaba a la 1.50 de la madrugada Peppe Marino, en un tuit que resumió el sentimiento de tristeza nacional que vive Italia. «Este año maldito parece que quiere arrancarnos de la vida que hemos vivido cada instante de alegría. Quiere quitarnos el color de los días en los que fuimos felices, en los que nos hemos abrazado. En este mundo en blanco y negro, enmascarado y distanciado, también el recuerdo de esa alegría se vuelve casi subversivo, innatural», describía más tarde, en la edición online del Corriere della Sera, Walter Veltroni, exalcalde de Roma, escritor, periodista y cineasta.

«Por Paolo Rossi, gracias a Paolo Rossi, los italianos han vivido el momento de alegría colectiva más importante que puedan recordar», destacó Veltroni, que en un artículo evocó el difícil período histórico que venía atravesando Italia en esa época. «Cuatro años antes de que el maravilloso seleccionado de (Enzo) Bearzot ganara el Mundial de España Aldo Moro fue secuestrado y asesinado, dos años antes la estación (de tren) de Bolonia saltaba por los aires con su carga de cuerpos destrozados. Eran años de plomo. No sólo ese con el que se fabricaban balas que con gran facilidad clavaban en las piernas o en el corazón de las personas, sino el que reinaba en la atmósfera de nuestra vida que se había vuelto gris, oscura, pesada», recordó. «Después llegó ese verano, el verano de 1982. Y todo cambió. Paolo Rossi fue el símbolo de esa empresa deportiva magnífica», siguió, recordando también que el futbolista había tenido antes sus «años de plomo» debido al escándalo por apuestas y la consecuente descalificación, que lo habían mortificado.

En diarios online, radios, televisiones, todos elogian hoy a Paolo Rossi. Y evocan ese momento y ese inolvidable partido contra Brasil del 5 de julio de 1982. Los tres goles increíbles de Pablito, que se volvió el «héroe absoluto» del país, «el hombre que hizo llorar a Brasil».

Pero Paolo Rossi era mucho más que eso, todos coinciden. «Para cualquiera que haya tenido la suerte de poder vivir esos días del verano del ’82, Paolo Rossi no sólo fue el hombre de los tres goles a Brasil y de los seis más importantes de la historia del fútbol italiano, de la aventura mundial más loca y exaltante jamás vivida, de esa sonrisa siempre impresa sobre las fotos de los diarios deportivos; fue un país entero, un pueblo que tocaba bocina en la calle no sólo por él sino con él», escribió Frabrizio Bocca en su blog de La Repubblica. «Éramos todos un poco Paolo Rossi entonces, era nuestro hermano en el mundial, para las chicas el novio de Italia».

Rossi es uno de los apellidos más comunes de Italia, como García en España. «Un nombre cualquiera, tan cualquiera como para ser recordado u olvidado con la misma facilidad, oculto entre los miles de señor Rossi que a todos les gusta identificar con el cliché del italiano promedio», indicó Luigi Pannella en La Repubblica online. «Paolo Rossi, que se fue a tan sólo 64 años, pocos días después de Diego Armando Maradona, ese nombre tan poco original lo supo esculpir en manera indeleble en la historia del calcio».

Su esposa, Federica Cappelletti, periodista y escritora de 48 años, contó al Corrierre della Sera que se enteraron de su enfermedad (tumor en el pulmón) hace un año, durante un viaje en las Maldivas que fue una especie de segunda luna de miel. Enfrentó el desafío con determinación y nadie se esperaba semejante epílogo.

Paolo Rossi murió en un hospital de Siena, donde había sido internado hace unos días. Las cosas se habían complicado semanas antes debido a una caída y una ruptura del fémur que le significó una operación en la espalda. Cappelletti, que tuvo con él dos hijas de 11 y 8 años, dijo que el funeral del gran amor de su vida -que tuvo otro hijo de 38 años de un primer matrimonio- será en la ciudad de Vicenza, «donde comenzó su carrera de campeón». «Después de la ceremonia será cremado y la urna estará siempre junto a mí».

Fuente: www.lanacion.com.ar

Foto: Getty Images

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