Llegó a pelear en el Luna Park. Fue campeón puntano y rioplatense. En su última pelea, combatió “a lo Rocky” con una luxación en el brazo. Después del retiro, en Quines, fue promotor de box.
Conocido como el Turquito Garay, Antonio Ajib Atala Garay fue un destacado boxeador que dejó una huella imborrable en el mundo del pugilismo. Nacido en Capilla del Carmen, Córdoba, pero afincado en Quines durante gran parte de su vida, este intrépido peleador tuvo una carrera brillante y repleta de hazañas.
Su debut en el boxeo fue curioso: tuvo lugar bajo la carpa de un circo, donde se enfrentó a un levantador de pesas y lo venció en el cuarto asalto. Sin embargo, fue en 1945, mientras cumplía con su servicio militar en Mendoza, cuando retomó su pasión por el boxeo de manera más seria. Desde ese momento, su carrera despegó, alternando entre el boxeo y el ciclismo hasta que se decidió por el pugilismo.
A lo largo de su trayectoria, el Turquito Garay acumuló un récord impresionante de 61 victorias y 2 empates en 67 peleas. Combatió en prestigiosos escenarios del país, incluyendo el famoso Luna Park, y se enfrentó a rivales de gran calibre, como el campeón latinoamericano uruguayo Felipe Suárez, a quien venció para consagrarse campeón Rioplatense en 1947.
Uno de los momentos más destacados de su carrera fue su pelea en el Luna Park contra Alberto Diasgne en la categoría Medio Pesado, que fue considerada como la pelea estelar de la noche debido al prestigio de la categoría.
Sin embargo, una lesión durante una pelea en 1949 puso fin a su carrera en el boxeo. En un encuentro digno de una película de Rocky, sufrió una luxación en el brazo y rotura de ligamentos, pero, a pesar de las advertencias médicas, continuó la lucha con una sola mano en clara desventaja y perdió la pelea por puntos en una decisión que muchos consideraron injusta.
A pesar de retirarse como boxeador activo, el legado del Turquito Garay continuó en el mundo del boxeo. Se convirtió en un apasionado promotor, fundando el “Turquito Garay Boxing Club” junto a Manuel “El Pibe” Miranda en Villa Dolores. Posteriormente, se trasladó a Quines, donde organizó eventos de boxeo y ayudó a desarrollar jóvenes talentos que luego se destacaron en el deporte.
El Turquito Garay fue recordado como un caballero del ring, valiente y honorable, que nunca besó la lona del cuadrilátero y que jamás defraudó al público. Su legado perdura en la memoria de quienes lo vieron pelear y en las generaciones de boxeadores que siguieron sus pasos. Una leyenda que demostró que el espíritu y la valentía pueden superar cualquier obstáculo en el cuadrilátero.
Fuente y fotos: Blog La Historia de Quines – Libro Quines y el Paso del Tiempo de Lucio Figueroa (vía www.nortepuntano.com)