Compartimos la segunda entrega de la nota escrita por el periodista Fernando Taveira para el sitio web infobae.com con motivo de los 70 años que cumplió el coliseo racinguista desde su inauguración. Que la disfruten.
En 1951 se convirtió en sede para la inauguración de los Juegos Panamericanos y Juan Domingo Perón estuvo presente en el lugar que fue bautizado con su nombre. Ese mismo año, en el clásico frente a River que concluyó con victoria albiceleste por 5 a 3 se estableció el récord de espectadores hasta ese momento con casi 90.000 fanáticos presentes.
Luego llegó la etapa más gloriosa del club. El 21 de diciembre de 1966 la institución inauguró las torres de iluminación con un partido frente al Bayern Múnich de Franz Beckenbauer, Gerd Müller y Sepp Maier. El triunfo por 3 a 2 vaticinó lo que sucedería al año siguiente en la Copa Libertadores y la Intercontinental.
“Fue la primera vez que fui a la cancha. No me lo olvido más porque apenas entré se me puso la piel de gallina. Beckenbauer era un crack. Tenía una distribución del juego y una estética maravillosa; pero el Bocha Maschio también era otro crack. También jugaron el Coco Basile, Rulli, Cárdenas, Yaya Rodriguez, Cejas, Martín, Perfumo”, recordó el historiador fanático de la Academia.
Unos meses más tarde repitió la sensación cuando observó la revancha contra el Celtic que terminó con victoria para el equipo de José Pizzuti por 2 a 1 con goles de Raffo y el Chango Cárdenas que obligó a un desempate en Montevideo. “Estaba tan apretado que no podía ni levantar la mano para saludar. Había gente a la vera de la línea de cal. Fueron como 120 mil personas y se fijó el récord argentino que aún hoy se mantiene vigente. Nunca más se pudo llegar a esa cantidad de hinchas porque las instituciones fueron construyendo plateas que les quitaron capacidad a los estadios”, deslizó Paso Viola, sin omitir ningún detalle de lo que percibió aquella jornada: “Fui como tres horas antes para poder entrar. Nadie podía creer lo que estaba pasando, porque Racing logró ganarles a los escoceses después de haber perdido en Europa. Yo vivía en Barracas con una tía abuela y el 4 de noviembre no me lo olvido más, porque se formaron unas caravanas eternas después de ganar el campeonato del mundo. Fueron horas y horas de bocinazos, festejos, banderas y fanáticos de otros equipos. Fue un triunfo para el país”.
Tras alcanzar el momento más sublime de la historia llegó el declive. Una leyenda urbana instaló que en la década del setenta un grupo de simpatizantes del Rojo enterró en el estadio 7 gatos negros y una gran cantidad de sapos para atraer la mala suerte. “Racing era muy requerido para participar de competiciones en Europa y Asia. Jugó en Mallorca, Corea del Sur, Francia… Hasta la temporada de 1973/74 fue el líder en las estadísticas de títulos, historiales y goleadas, pero en 1976 Boca, River e Independiente lograron superarlo. Fueron 70 años de supremacía de Racing, hasta que llegó la época de los 35 años sin títulos en los que cedió mucho terreno”, argumentó el cartógrafo.
Si bien el propio Coco Basile se encargó de desmentir la hipótesis al asegurar que él mismo comprobó, junto al Panadero Díaz, que nunca vieron movimientos en la tierra que pudieran validar la teoría de la brujería, los hechos potencian el trabajo de los supuestos hechiceros disfrazados del Diablo.
Tres décadas más tarde Daniel Lalín organizó un exorcismo en el marco de un evento bizarro que combinó la fe, el humor y la música. Como la Academia arrastraba el peso de las constantes temporadas sin campeonatos, al presidente de ese entonces se le ocurrió organizar una procesión desde la Catedral de Avellaneda hasta el estadio con el fin de erradicar las malas vibras. Una especie de peregrinación similar a la que se observa en Sevilla durante Semana Santa.
Con largas velas encendidas, llamativos atuendos blancos parecidos a los que utilizaban los miembros del Ku Klux Klan y banderas con los colores del club, cientos de personas acompañaron al padre Horacio Della Barca hasta el Presidente Perón. Allí los esperó Alfredo Casero, uno de los protagonistas de Cha Cha Cha que estuvo a cargo de la conducción de la noche, que fue musicalizada por la banda quilmeña Vox Dei. Sin embargo, el resultado no dio los frutos esperados hasta el 2001, cuando el conjunto de Mostaza Merlo terminó con la sequía en el José Amalfitani.
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