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Segunda entrega de la nota escrita por Eduardo Anguita y Daniel Cecchini para Infobae donde cuentan la otra vida del exarquero como agente de Inteligencia del Ejército Argentino.

-¿Formó parte del Ejército? – le preguntó el periodista Nicolás Lovaisa en febrero de 2008.

-Sí, yo estuve en el Ejército, pero no así. Hay cosas de las que no se pueden hablar, es así – respondió Andrada.

El “no así” del ex arquero se refería a la acusación de haber formado parte de un grupo de tareas que actuó en Rosario y de haber participado en el secuestro de los militantes peronistas Osvaldo Cambiaso y Eduardo Pereira Rossi el 14 de mayo de 1983, cuando la ya dictadura estaba llegando a su fin.

Según el legajo del Ejército, Edgardo Andrada se incorporó como personal civil de inteligencia el 25 de agosto de 1981 –cuando todavía jugaba el fútbol en el Renato Cesarini– y recibió el alías de Eduardo Néstor Antelo. En los informes también se señalaba su cargo: Agente “S”.

Ahí se consigna que formó parte del Destacamento 121 de Inteligencia del Ejército como personal civil entre 1981 y el año 2000. Llegó allí por recomendación del teniente coronel Jorge Roberto Diab.

Documentos reveladores

En el legajo de Andrada puede leerse: “Lo presentó el Teniente Coronel Jorge Roberto Diab del Servicio de Inteligencia del Ejército el 25 de agosto de 1981. Lo conoce desde el año 1975 por tener amistad. Andrada jura guardar lealtad y fidelidad a la patria y guardar el secreto más absoluto en el desempeño de sus funciones y tareas ante Luis Américo Muñoz en fecha 1 de marzo de 1982”.

Antes de su ingreso definitivo se evaluaron sus capacidades. En las “Conclusiones” del informe, fechado el 27 de octubre de 1981, el teniente coronel César Ariel Volpe destaca: “Con predisposición natural y/o adquirida para fuente de investigaciones y/o agente reunión ámbito político”.

Otro informe interno, donde el capitán Víctor Hugo Rodríguez califica su desempeño entre mayo y octubre de 2003, señala:

“Su figura de ex arquero de Rosario Central, concita adhesiones y confianza especialmente en los barrios de trabajadores lo cual facilita su penetración al objetivo impuesto. Si bien su edad supera el límite establecido, su potencialidad de penetración y capacidades personales, hacen sumamente beneficiosa su integración a esta unidad, viéndose justificada la proposición de su nombramiento (…) Posee una variada red de informantes. Trabaja con dedicación exclusiva”.

El secuestro de Cambiaso y Pereyra Rossi

En su declaración de febrero de 2008 ante el juez Carlos Villafuerte Ruzo, represor Eduardo Costanzo no sólo señaló que Andrada era Personal Civil de Inteligencia del ejército sino que sostuvo que participó del operativo que terminó con la desaparición y la muerte de los militantes peronistas Osvaldo Cambiaso y Eduardo Pereira Rossi el 14 de mayo de 1983.

Ese día, Cambiaso y Pereyra Rossi se encontraron en el Bar Magnum, en la esquina de las calles Córdoba y Ovidio Lagos, en Rosario. Llevaban pocos minutos ahí cuando entró una patota parapolicial al local y se los llevó a punta de pistola. Sus cuerpos baleados aparecieron tres días después en la ciudad de Zárate, en la provincia de Buenos Aires.

Un día después de la aparición de los cuerpos, el Ministerio del Interior y la Policía de la Provincia de Buenos Aires informaron en dos comunicados casi calcados que Pereyra Rossi y Cambiaso había sido “abatidos en un enfrentamiento” con policías del Comando Radioeléctrico de la Unidad Regional de Tigre.

El hecho conmocionó a la opinión público, porque reflotaba, en las postrimerías de la dictadura, la vieja metodología de secuestros y asesinatos disfrazados de enfrentamientos con los que el plan sistemático de desaparición de personas pretendió encubrir la política de aniquilamiento de la represión ilegal.

Los peritajes que se hicieron sobre los cuerpos demostraron que los dos militantes peronistas habían sido golpeados y torturados con picana eléctrica antes de ser asesinados con disparos a quemarropa.

En el caso quedaron implicados el entonces oficial principal de la Bonaerense Luis Abelardo Patti y los suboficiales Juan Amadeo Spataro y Rodolfo Diégez.

Juicio y condenas

Debieron pasar 33 años, hasta mayo de 2016, para que el Tribunal Oral Federal N°2 de Rosario, condenara a prisión perpetua a Patty y Spataro como coautores materiales de los delitos de privación ilegal de la libertad, tormentos y homicidio, en todos los casos con agravantes. A igual pena condenó a Pascual Guerriere, que era en la época jefe del Destacamento 121 de Inteligencia del Ejército en Rosario, y su segundo, Luis Américo Muñoz, como coautores mediatos de esos mismos delitos.

En el juicio fueron absueltos varios compañeros de Andrada en el Destacamento 121 de Inteligencia rosarino, los agentes civiles Juan Andrés Cabrera, Ariel Antonio López, Walter Dionisio Salvador Pagano y Carlos Antonio Sfulcini.

Fuente y foto: www.infobae.com

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