Uno de los grandes personajes de la cultura popular argentina, desde un costado poco conocido: su afición por los deportes. Una nota de Fernando Vergara para el diario La Nación que SLDES trascribe para sus seguidores.
Se sabe tanto del «Zorzal criollo» que en muchas ocasiones se puede caer en lo redundante. Sin embargo, hay un aspecto del que poco se conoce: su afición por los deportes. Como a muchos de sus contemporáneos, al «Morocho del Abasto» le interesaban y participaba de esos berretines practicando gimnasia, natación, aerobismo, bochas y pelota vasca.
En el Abasto, barrio gardeliano, una exposición revela algunas de sus pasiones. «Gardel y los deportes» es una exhibición que pone en valor otra dimensión de la leyenda del tango. El espacio abrió sus puertas el último viernes y durará hasta marzo en el Museo Casa Carlos Gardel (Jean Jaurés 735), allí donde vivió con su madre, Berta. Esta presentación exhibe aspectos poco conocidos de la vida de «El Mudo». Organizada en tres núcleos temáticos (fútbol, turf y otros deportes), la muestra reúne fotografías, documentos personales, discos, partituras, películas y objetos de época. Y se mete de lleno en el deporte exhibiendo fotos donde se lo observa con una paleta, una raqueta y una pelota de fútbol. En ese contexto, el museo invita a mezclar el pasado con las nuevas tecnologías, con las nuevas maneras de comunicar. En época de redes sociales, playlists, podcasts y selfies, la muestra es dinámica y busca atraer a los más jóvenes.
«Queremos mostrar otras facetas de él. Y el vínculo con los deportes se inicia con la gimnasia porque Gardel quería ser una estrella, entonces se preocupaba por el cuidado físico. Y tenía una tendencia a la obesidad que compensaba con su dieta», explica Marina Cariardo, directora del museo. Un detalle: Gardel llegó a pesar 118 kilos, hasta que se estabilizó en 76 con la ayuda del ejercicio físico.
La Asociación Cristiana de Jóvenes, conocida como «Yumen», recibía a Gardel y otros tangueros para practicar gimnasia sueca, una serie de movimientos suaves sin moverse del lugar. Las fotos también lo muestran en una playa de Montevideo con gorra y traje de bario, jugando a la pelota vasca o vestido de traje con una paleta en la mano mientras fumaba un habano.
«Los burros, el fútbol y todos los deportes me atraen», reconoció Gardel en 1933, ante un periodista de la revista «La cancha». Entre sus amistades figuraban destacados jugadores como Pedro Ochoa (Racing) y Josep «El Mago» Samitier, gloria del Barcelona. En una de sus tantas visitas a la entidad culé recibió una pelota de regalo. Curiosamente, Gardel solía contar que se la habían obsequiado en Londres, tras un cruce donde el club catalán perdió ante el Arsenal por 7 a 1.
Amante del boxeo, también se reunió con el plantel argentino de fútbol en la previa de la final con Uruguay en los Juegos Olímpicos de Amsterdam 1928. Además, dos años después asistió a la definición del Mundial 1930 en el estadio Centenario. De gran relación con ambas delegaciones, Gardel les ofreció distintos conciertos en las concentraciones. Cuentan que tenía su pasión dividida 50 y 50 hacia ambos márgenes del Río de la Plata.
Los burros, su debilidad
Dentro de todas estas aficiones, el turf era la gran debilidad del «Zorzal». Se sentía feliz en ese ambiente que le brindó a uno de sus grandes amigos, Irineo Leguisamo, el jockey uruguayo. Por caso, en noviembre de 1918, Gardel y José Razzano, de gira en La Pampa, se escaparon hasta Buenos Aires para presenciar la «carrera del siglo» entre dos purasangres de enorme prestigio, Botafogo y Grey Fox. El repertorio gardeliano incluye varios tangos relacionados con el turf como «Leguisamo solo», «Palermo», «Bajo Belgrano», «La catedrática», «Soy una fiera», «Polvorín», «Uno y uno», o el célebre «Por una cabeza». «Carlos era una persona muy social, de muchas relaciones en el deporte: jugadores de fútbol, boxeadores, también Leguisamo. Era socio del Club de Pescadores y del Jockey Club. Hay un vínculo evidente con el deporte», explica Cañardo.
En una vida rodeada de misterios, otro capítulo atrapante lo compone esa disputa ya legendaria entre los hinchas de Racing e Independiente. ¿ De qué equipo era Carlitos? «Querés jugar de forward y ser como Seoane, y hacer como Tarasca, de media cancha un gol. Burlar a la defensa con pases y gambetas, y ser como Ochoita, el crack de la afición», reza la letra de «Patadura». Muchos lo relación con la Academia gracias a su relación con Ochoa, uno de los grandes emblemas de Racing en el amateurismo.
¿Del Rojo o de Racing?
Asimismo, en 2014, Mauricio Curto, coleccionista marplatense, difundió una nota periodística en la que se menciona a Gardel como hincha del Rojo. La aseveración corrió por cuenta de Mario Evaristo, un futbolista que jugó en Independiente y también en la selección. «Carlos era de Independiente. Se conmovía por el club», contaba.
No obstante, en 2014, Racing dio a conocer el carnet de socio del músico -con el número 11.860- confeccionado en la década del 30. El documento cuenta con un certificado de veracidad. En esa fecha, la Academia presentó una estatua del cantante en la platea A del Cilindro. La solución, tal vez, sea la propuesta por Gardel mismo, cuando respondió en una entrevista: «Mis simpatías las distribuyo entre todos por igual». Cariardo también aporta su mirada: «Esta muestra justamente está hecha para eso: para que los jóvenes vengan, escuchen de su historia y debatan. Gardel es un ídolo del pasado, pero Carlos sigue teniendo cosas para contar».
Fuente y foto: www.lanacion.com.ar