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Fortaleza mental suele ser el atributo más nombrado y anhelado entre los aspectos psicológicos en el ámbito deportivo. El Lic. en Psicología, especializado en clínica y deporte, Carlos Giesenow, desarrolla el concepto en este artículo cuya primera parte compartimos con nuestros seguidores.

Probablemente sea la cualidad más importante a la hora de lograr la excelencia en el rendimiento y el disfrute de la experiencia deportiva. Sin embargo, no resulta tan sencillo precisar su significado.

Emparentado con otros conceptos, mayormente provenientes del campo de la Psicología Positiva y que han tenido más desarrollo como resiliencia, resistencia psicológica (hardiness) y flow, con los años ha dejado de ser unas palabras que se empleaban con frecuencia entre entrenadores y deportistas para empezar a erigirse como un constructo psicológico con entidad propia.

Pese a lo extendido de su uso, ha recibido poco tratamiento en ámbitos académicos y, en consecuencia, ha tenido muy poca investigación hasta años recientes, incluso en la actualidad ésta parece insuficiente. Posiblemente esto se deba a que no ha sido considerado un constructo científico hasta hace poco.

Esto llama la atención, sobre todo para una cualidad que se considera tan crucial, diferenciando a los grandes deportistas de los simplemente buenos. Si bien se han publicado diversos textos dedicados al desarrollo de fortaleza mental (como Bull, Albinson, & Shambrook, 1996; Loehr, 1982, 1995; Sheard, 2009), no han habido demasiados esfuerzos por abordar el concepto con rigor científico.

La falta de claridad y consenso en cuanto a la definición de un término tan central y con un uso tan difundido como fortaleza mental muchas veces ha llevado a que sea usado de manera demasiado liberal, creando confusión sobre a qué es a lo que realmente se está haciendo referencia.

Este artículo pretende hacer un breve recorrido por diferentes intentos de precisar este concepto. Para resaltar su relevancia, se puede señalar que este es uno de los conceptos centrales que la psicología le ha aportado al ámbito deportivo y, siguiendo a Jones, Hanton y Connaughton (2002), que está en la esencia misma del trabajo del psicólogo del deporte con atletas de elite.

Primeros enfoques

Una de las primeras menciones que se pueden encontrar a un concepto emparentado con fortaleza mental es la de Cattell (1957) en el inventario de personalidad que desarrolló (16PF). Si bien se incluye el concepto de “mentalidad dura” (tough-mindedness) entre las dimensiones globales que evalúa, lo considera un rasgo de personalidad emparentado con alguien objetivo, seguro de sí mismo, maduro, pero también inflexible, rudo, cínico y sin sentimientos.

Esto último parecería emparentarse con cierta rigidez ya que incluso este rasgo es descripto como opuesto a Sensibilidad, por tanto, no parece ser una concepción del todo acorde a cómo se entiende este concepto en la actualidad (Giesenow, 2011). Luego hay una gran brecha temporal sin demasiadas alusiones al concepto hasta que empiezan a aparecer, sobre todo a partir de los años ochenta, publicaciones con una orientación práctica en el espíritu de “aprenda los secretos de los campeones” que abordaron la definición de manera muy laxa e imprecisa, emparentándolo con la idea de una “mentalidad ganadora” (por ejemplo, Bull, Albinson, & Shambrook, 1996, y Loehr, 1982).

Dentro de su vaguedad, las definiciones planteadas en estos textos giraron alrededor de nociones como la habilidad para lidiar con presiones, estrés y adversidades, capacidad para superar y recuperarse de fracasos, y para persistir o rehusarse a renunciar. Entre estas propuestas, la que claramente sobresale dentro de la literatura de Psicología del deporte proviene de Jim Loehr, un reconocido especialista y pionero en el área, quien parece haber sido el primero en prácticamente apropiarse del concepto ayudando a popularizarlo.

La definió como la capacidad para desempeñarse de manera consistente en el rango superior de tus talentos y habilidades sin importar cuales sean las circunstancias competitivas (1995, p. 5). Un aspecto destacable de esta definición es que el planteo es en términos relativos, en comparación con el potencial de la persona, y no como un parámetro absoluto, ya que diferentes deportistas tienen distintos niveles de habilidad técnica y capacidad física.

El autor, que en realidad hace alusión simplemente a “fortaleza” (toughness) más que a “fortaleza mental”, propone también que incluye cuatro marcadores fundamentales: flexibilidad emocional, sensibilidad emocional, fortaleza emocional y resiliencia emocional.

Desarrollos recientes

A partir del nuevo milenio aparecen intentos más rigurosos por lograr precisar este concepto tan difundido, pero alrededor del cual aún persiste considerable confusión. En esta nueva era, Fourie y Potgieter (2001) se adelantaron siendo los primeros en publicar un trabajo en el que se identificaron atributos psicológicos que las personas consideran estar relacionados con el concepto de fortaleza mental en el deporte.

En este estudio desarrollado en Sudáfrica, empleando un método cualitativo, con 131 entrenadores expertos y 160 deportistas de elite de 31 disciplinas deportivas diferentes, se identificaron doce componentes de la fortaleza mental: nivel de motivación, habilidades de afrontamiento, mantenimiento de confianza, habilidad cognitiva, disciplina y dirección hacia metas, competitividad, posesión de prerrequisitos físicos y mentales, unidad de equipo, habilidades de preparación, resistencia psicológica, convicciones religiosas y ética. Los entrenadores consideraron concentración como la característica más importante, mientras que los deportistas destacaron perseverancia.

Aunque no fue el primero en este tipo de estudios, el trabajo de Jones y cols. (2002) sí termina estableciéndose como el referente que la mayoría de los estudios subsiguientes toman como parámetro para compararse. Crust (2008) resalta que los trabajos de Jones y su equipo sin dudas han hecho una contribución significativa a la comprensión actual de la fortaleza mental en el deporte.

Estos autores salieron a abordar dos temas fundamentales respecto a la fortaleza mental: cómo puede ser definida y cuáles son los atributos esenciales requeridos para ser un competidor mentalmente fuerte. Empleando un enfoque cualitativo, mediante entrevistas y grupos focales, con diez deportistas de elite con experiencia en Juegos Olímpicos o del Commonwealth, la definición que emergió fue: “fortaleza mental es poseer la ventaja psicológica (que puede ser natural o desarrollada) que te permite:

  • En general, afrontar mejor que tus oponentes las muchas demandas (competición, entrenamiento, estilo de vida) que el deporte le hace a los atletas.
  • Específicamente, ser más consistente y mejor que tus oponentes en permanecer determinado, concentrado, confiado, y en control bajo presión” (p. 209).

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