Stephen King: el maestro del terror incluyó al deporte como temática en una de sus novelas

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Amante del beísbol, el deporte nacional de los Estados Unidos, el afamado novelista apeló a la evocación del juego en los años ’50 en Blockbade Billy. Una obra que tiene la intensidad narrativa que caracteriza al maestro del terror.

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Stephen King: el maestro del terror también incluyó al deporte en uno de sus libros.

Cuando se habla de Stephen King, a más de uno le correrá un frío helado de muerte. Es que el maestro de la novelas de terror, supo ganarse a los amantes del género con títulos como Carrie, It, o El Resplandor que luego llevados al cine, lograron su cometido: asustar, generar pesadillas y vender cada una de sus obras hasta convertirlas en best seller.

Pero en 2010 King escribió Blockade Billy, una novela corta donde la trama rodea al deporte nacional de los Estados Unidos: el béisbol. Tardó dos semanas en escribir la obra que narra la historia de  William «Blockade Billy» Blakely, un receptor ficticio que jugó por un breve tiempo para los Titanes de Nueva Jersey durante la temporada de 1957. Al respecto, el novelista señaló:

“Me encanta el béisbol de la vieja escuela, y también me encanta la forma en que las personas que se han pasado una vida en el juego hablan del mismo. Intenté combinar esas cosas en una historia de suspenso. La gente me ha preguntado por años cuándo escribiría una historia sobre el béisbol. No pregunten más; aquí está”

Y sin más preámbulos… transcribimos las primeras páginas. En la solapa de descargas, dejaremos en formato PDF el  libro completo y si el lector de esta nota es conocedor de la obra del autor de Misery, sabrá que no lo defraudará.

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Stephen King es un apasionado del béisbol y lo refleja en su novela Blockade Billy … claro que … a su estilo!.

Blockade Billy

Dedicado a todos los chicos (y chicas) que alguna vez se pusieron la equipación

¿William Blakely? Ay, Dios mío, usted se refiere a Bloqueo Bill; hace años que nadie me pregunta por él, aunque claro, aquí nadie me pregunta mucho de ninguna cosa, solo si quiero apuntarme a la noche de la Polka en la sala K de P del centro o jugar algo llamado Bolera Virtual. Eso es aquí mismo, en el salón Común. Mi consejo, señor King —no me lo ha pedido, ya, pero se lo voy a dar de todas formas— es que no se haga viejo, y si lo hace, no deje que sus familiares le metan en un hotel para zombis como este.

Es algo gracioso eso de hacerse viejo. Cuando eres joven, la gente siempre quiere escuchar tus historias, sobre todo si has sido jugador de béisbol profesional. Sólo que, cuando eres joven, no tienes tiempo para contárselas. Y ahora que me sobra todo el tiempo del mundo, parece que nadie se interesa ya por aquellos días. Pero todavía me gusta pensar en ellos, así que, claro, le hablaré de Billy Blakely.

Es una historia terrible, desde luego, pero esas son las que más perduran. El béisbol era diferente en aquella época. No se olvide de que Blockade Billy jugó con los Titanes solo diez años después de que Jackie Robinson rompiera la barrera del color, y ya ha llovido desde que los Titanes desaparecieron. Creo que New Jersey no volverá a tener nunca otro equipo en las Grandes Ligas, no cuando al otro lado del río hay dos potentes franquicias en Nueva York.

Pero en aquel entonces era algo grande —nosotros éramos algo grande— y los partidos se disputaban en un mundo diferente. Las reglas eran las mismas, esas no cambian. Y los pequeños rituales también eran bastante similares. Bueno, a nadie se le habría permitido ponerse la gorra de lado o doblarse la visera, y uno tenía que llevar el pelo bien arreglado y corto (por Dios, mire cómo van ahora esos cabezas de chorlito), pero algunos jugadores todavía se santiguaban antes de entrar en el campo, o hacían dibujos en la tierra con la cabeza del bate antes de adoptar la postura de bateo o saltaban por encima de las líneas de base cuando corrían para ocupar sus posiciones.

Nadie quería pisar las líneas de base, se consideraba que traía la peor de las suertes. Los partidos eran locales, ¿sí? La televisión empezaba a entrar, pero solo los fines de semana. Teníamos un buen mercado, porque jugábamos en New Jersey Oeste, y nos podían ver en Nueva York. Algunas de esas retransmisiones eran bastante graciosas. Comparadas con la forma en que se dan los partidos hoy en día, parecían principiantes en el Dixie.

La radio era mejor, más profesional, pero también era a nivel local, por supuesto. Nada de retransmisiones vía satélite, ¡porque no había satélites! Los rusos mandaron el primero allá arriba durante la Serie Mundial entre los Yankees y los Bravos de aquel año. Según recuerdo, fue en un día festivo, pero a lo mejor me equivoco.

Lo que sí recuerdo bien es que los Titanes se quedaron fuera de la pelea pronto. Estuvimos compitiendo durante un tiempo, en parte gracias a Blockade Billy, pero ya sabe cómo acabó eso. Es por lo que ha venido usted aquí, ¿verdad? Bueno, pero a lo que quiero llegar es a esto: como los partidos no tenían tanto alcance a nivel nacional, los jugadores no eran tan importantes. No estoy diciendo que no hubiera estrellas —tipos como Aaron, Burdette, Williams, Kaline y, por supuesto, el Mick—, pero la mayoría de ellos no eran tan famosos de costa a costa como Alex Rodríguez y Barry Bonds (un par de tuercebotas, si me lo pregunta). ¿Y el resto? Se lo digo en dos palabras: clase obrera. El salario medio en aquel entonces era de quince de los grandes, menos de lo que hoy en día cobra un profesor de instituto de primer año.

 

Descargado de: www.lecturalia.com.

Fotos: Web.

 

 

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