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El 21 de enero de 2001 finalizó la 23° edición del rally París-Dakar que se disputó por las rutas de Francia, España, Marruecos (con el Sahara Occidental incluído), Mauritania, Malí y Senegal. Fue ganada por esta alemana, única mujer en vencer en la carrera más dura del mundo, imponiéndose a los prejuicios y a su ex novio, el principal rival. Aquí su historia.

Hasta ahora ella es la única mujer en vencer en la legendaria prueba de rally raid. Fue con un gusto especial ya que le ganó a su ex pareja, el francés Jean-Louis Schlesser quien era el piloto a batir en esos años. Aquél fue un episodio de un largo duelo que arrancó desde antes de su separación y que hasta tuvo un capítulo en la Argentina.

Nacida el 29 de agosto de 1962 en Colonia, Jutta desde muy joven no comulgó con eso del sexo débil. Proveniente de una clase media baja, estudió física y trabajó durante seis años en el Departamento de Investigación y Desarrollo de BMW hasta que lo dejó todo para dedicarse al deporte motor. En 1987 compró una moto rota la cual desarmó y preparó de forma artesanal en su pequeño departamento de Munich. Allí en la cocina guardaba los repuestos. Con ella compitió en el Rally de los Faraones, en Egipto. En 1988 debutó en el Dakar y como no tenía plata para pagarle a un mecánico, de día competía y de noche hacía las reparaciones necesarias. Casi que corría sin dormir y debió abandonar. Hasta que en 1992, con un pie roto, ganó en la categoría femenina del Dakar que se llamó Rally París-Ciudad del Cabo, con 22 etapas y 12.747 kilómetros.

A esta altura había nacido la relación con Jean-Louis. Empezó como una admiración de ella hacia él, quien venía de ser bicampeón mundial del Sport Prototipos con Mercedes en 1989 y 1990, cuando la marca germana decidió volver a competir. El galo se rindió ante la rubia germana (14 años más joven). Eran el ideal de una pareja fierrera. Estaba su amor entre ellos y por las carreras de rally raid. Fue así que en 1993 empezaron a correr juntos: él era el piloto y ella su navegante. Tras ganar la experiencia necesaria e incentivada por el propio Schlesser, Kleinschmidt en 1994 debutó en autos. Fue en el UAE Desert Challenge, en Abu Dhabi, donde sorprendió al ser cuarta y su pareja ganó.

Ella corría en el equipo de Jean-Louis con un buggy. La competitividad de la escuadra del francés le valió tener el apoyo de fábricas como SEAT y luego Renault. La alemana siguió destacándose en las carreras de rally raid, la disciplina más dura del automovilismo y donde décadas atrás se creía que era solo reservada a los hombres. Sin embargo Jutta echó por tierra esa idea. En 1998 fue la primera dama en ganar una etapa en Autos en el Dakar. Logró su lugar y reconocimiento en el ambiente. Pero eso afectó a la pareja…

Él tuvo celos, pero el tercero no era otro hombre si no el éxito que ella empezaba a cosechar. No aceptó que Jutta fuese tan competitiva y esto generó una crisis terminal en su relación. “Cuando una pareja se rompe por un tema así es evidente que ya antes había algo que no funcionaba”, reflexionó luego Kleinschmidt.

Tras la ruptura, a fines de 1998 ella logró sumarse a la filas de Mitsubishi para desarrollar el exitoso modelo Pajero. En el Dakar 1999, donde ganó Jean-Louis, la alemana terminó tercera siendo navegada por la sueca Tina Thörner. En la entrega de premios las miradas de reojo eran elocuentes. “Donde hubo fuego cenizas quedan”, afirma el refrán sobre quienes tuvieron un vínculo amoroso. Esas cenizas se transformaron en brasas en poco tiempo, pero no por una eventual vuelta, si no para acentuar la separación.

En el Dakar 2000, ella fue quinta y él volvió a ganar. Durante la temporada corrieron el Copa Mundial de Rally Cross Country y el francés se quedó con el título superando a la alemana. La competencia entre ellos crecía. Jutta era protagonista, pero no lograba un título. Desde Mitsubishi analizaron no renovarle el contrato para 2001, no obstante luego se replantearon el tema y apostaron a otra temporada más apelando al marketing y cambiando el eslogan para vender más autos: “Una mujer puede correr el Dakar con nuestro coche, vos también podés hacerlo”. Sin saberlo, la estrategia comercial que apuntaba captar al público femenino les salió de maravillas en el ámbito deportivo.

En la edición 2001 del Dakar la lucha por el triunfo fue otra vez entre los buggies de Schlesser y los Mitsubishi, con Hiroshi Masuoka como punta de lanza. Él les peleó la victoria al propio Jean Louis y a su compañero, el español José María Servià. El japonés venía liderando hasta la penúltima etapa. Entonces sus rivales armaron una estratagema jugando en equipo. Largaron antes de lo debido, fueron tirándole polvo al nipón que en el afán por alcanzarlos dañó el eje trasero de su auto y perdió tiempo en repararlo. El asiático hizo el reclamo a las autoridades, obtuvo una sanción a Schlesser, pero no que se le reintegre el tiempo por el arreglo de su coche. Antes de la última etapa el francés fue penalizado con dos horas por adelantar su largada. Perdió sus chances por el triunfo y sin querer se lo entregó en bandeja a Kleinschmidt.

La alemana no había ganado ninguna de las 20 etapas y se quedó con la victoria en la clasificación general. El 21 de enero de 2001 se convirtió en la primera y hasta ahora única mujer en vencer en el Dakar. Un artículo del sitio Automundo recogió testimonios de aquella definición y rivalidad entre ellos. “Me molesta que ella esté convencida de que ganó el Dakar en buena ley. No es así. En todo caso, el vencedor debería ser Hiroshi Masuoka, su compañero de equipo, quien fue el gran dominador. Jutta no ganó ninguna etapa y ni siquiera debería haber festejado en el podio”, esgrimió él. “Alcancé la victoria gracias a la equivocación de Schlesser en la penúltima etapa. Sería bueno que se lo agradeciera, pero supongo que no quiere hablar conmigo…”, respondió ella.

Ocho meses más tarde y en el marco de la Copa Mundial de Rally Cross Country la lucha entre los “ex” llegó a la Argentina. Del 18 al 23 de septiembre de 2001 se llevó a cabo el “Por las Pampas Rally” en Mendoza. Era una especie de mini Dakar. En tierra cuyana los problemas continuaron. En los primeros kilómetros de competencia, Schlesser acusó a Kleinschmidt de tirarle el auto en un tramo del recorrido cuando él estaba por superarla. “No es la primera vez que me hace esto, en el Dakar me tapó durante 200 kilómetros. Pero bueno, no me extraña esa actitud, es mujer…”, disparó.

“Kleinschmidt es muy problemática… Si fuera más rápida sería un buen piloto y así no tendría que criticarme. No ganó nada y tendría que ser consciente de que necesita acumular más experiencia. No puede venir y pretender vencerme a mí, que tengo más años en el automovilismo que ella y una trayectoria que incluye títulos en la Fórmula 3, Sport Prototipos y una carrera en la Fórmula 1…”, precisó.

Esa única competencia en la Máxima que mencionó Jean-Louis fue en el GP de Italia de 1988 donde corrió con un Williams y reemplazó nada menos que al inglés Nigel Mansell, quien se estaba recuperando de unas lesiones por las vibraciones de su coche en el GP de Hungría. En Monza, Schlesser y Ayrton Senna se tocaron, pero el responsable de la maniobra fue el francés, quien era rezagado. El brasileño lideraba la carrera a falta de dos vueltas para el final…

Ella también respondió con munición gruesa: “Schlesser no soportó que una mujer le haya ganado en una carrera tan particular como el Dakar. Él le pedía mucho dinero a sus patrocinantes para correr esa prueba y luego de mi triunfo no supo cómo justificarse. Yo sé que no me tiene simpatía, hay un problema personal entre nosotros”.

“Sucede que algunos no saben cómo es él realmente. Luego del Dakar que gané, llamó infinidad de veces a Mitsubishi para que no me dieran más apoyo, y no lo hizo porque él quería mi lugar sino porque realmente me odia”, agregó.

Sobre su noviazgo de seis años con Schlesser, sentenció que “ese fue el peor error de mi vida…”.

Por su hito en el Dakar a Jutta se la conoce como “La Reina del Desierto”. Además, se convirtió en un símbolo de la igualdad de género en Alemania y en otros países. Al respecto afirmó que “creo que no hay diferencia de las habilidades. Las mujeres necesitan tener la voluntad de ganar, al igual que los hombres para ser realmente exitosos”.

Años más tarde ambos siguieron corriendo el Dakar en veredas separadas. Él continuó con sus buggies y ella fue contratada por el equipo oficial Volkswagen. Jutta en 2007 volvió con su primer amor, BMW, en lo que fue su última participación. Cuando la carrera se mudó a Sudamérica, Jean-Louis no vino a estas latitudes acusando que saliendo de África se perdía la esencia. Fue así que organizó el África Eco Race, que ganó entre 2009 y 2014. Esta prueba es una suerte de “Dakar disidente” que finaliza en la capital de Senegal, como los viejos tiempos. El francés se retiró en 2015. Después se dedicó a desarrollar un prototipo 4×4 para Mercedes que acaba de ser presentado. El objetivo es que ese vehículo corra en el Dakar, el África Eco Race y la Copa Mundial de Rally Cross Country.

En tanto que la alemana hoy trabaja como periodista. Cuando puede suele correr alguna carrera de rally raid para despuntar el vicio. También se dedica a enseñar a otras mujeres los secretos de la conducción a campo traviesa. Y da conferencias sobre motivación y superación de obstáculos.

El automovilismo fue el Cupido de esta historia. La pasión por dicho deporte los juntó, pero la competencia los separó. Esa rivalidad llegó a su punto más alto en aquél Dakar de 2001, donde tras la carrera el equipo Mitsubishi nunca reclamó a las autoridades que se le reintegre a Masuoka el tiempo que había perdido en el arreglo de su auto. Schlesser apuntó que “por una cuestión de marketing les convenía que Jutta ganase la carrera”. Muy poco le importó esa crítica a Kleinschmidt. Y mucho menos a la marca japonesa que tras su victoria cambió su eslogan: “Una mujer puede ganar el Dakar con nuestro coche, vos también podés hacerlo”.

Fuente y foto: www.infobae.com

 

 

 

 

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