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Ferrari le regaló al Papa Juan Pablo II una Ferrari «Enzo» la cual se convirtió en una auténtica pieza de colección por la magnitud de su titular.

Juan Pablo II el recordado Papa se paseó muchas veces a bordo de a un Seat Panda descapotable, un Range Rover con cúpula acristalada, o un VW Santana 109, muchos de sus Papamóvil, pero en su haber tenía una pieza de colección que nunca pudo conducir.

La historia cuenta que Karol Wojtila tuvo una  Ferrari Enzo, que él había bendecido durante su pontificado, obsequio de la casa de Maranello.

El recordado Papa polaco tenía su Ferrari «Enzo», pero nunca la usó,  por lo cual el auto, cuando salió a la venta por el Vaticano,  técnicamente era cero, ya que tenía solo 180 km.

El superdeportivo fue un regalo de Ferrari al pontífice y por esas y otras razones, tal y como informaron en su momento  Sotheby’s y RM Auctions, responsables de subastarlo, ese fue uno de los modelos «Enzo» más deseados y con mayor repercusión histórica.

Durante un tiempo la  Ferrari «Enzo» del Sumo Pontífice se guardó, en las instalaciones del Vaticano y  tras el fallecimiento de Juan Pablo II,  en abril de 2005, y la asunción por parte de Benedicto XVI,  la Santa Sede optó por venderlo.

De manera que un coleccionista estadounidense se hizo con él auto rojo, pagando 1.1 millones de dólares, una cantidad probablemente irrisoria, comparada con el valor que podría alcanzar en estos momentos.

Los beneficios de aquella subasta fueron destinados a las causas de cooperación promovidas por Benedicto XVI.

Desde entonces, la Ferrari de Juan Pablo II fue posesión de coleccionistas, pasando por algunas labores de mantenimiento en los talleres de Ferrari of Central Florida a finales de 2014.

Ferrari fabricó 349 unidades del modelo «Enzo» y que finalmente optó por aumentar la tirada con 50 unidades más, hasta llegar a las 399.

La del  Papa Juan Pablo II es considerada una pieza única y el número 400, creado a modo de prototipo, aunque con todo el equipamiento de calle de cualquier, con asientos Daytona, una placa con una inscripción de Luca di Montezemolo y la bendición de Juan Pablo II bajo el capó.

Juan Pablo II tenía mucha afinidad con Ferrari ya que varias veces bendijo los autos,  a los pilotos, y visitó la instalaciones del «Cavallino Rampante», donde paseó a bordo de una Ferrari descapotable.

Este auto histórico sigue siendo una de las piezas más cotizadas del mundo con un valor que sigue siendo incalculable debido a la magnitud de su dueño original.

Fuente y foto: www.carburando.com

 

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